Sé que ha llegado y no quiero verlo. No me gusta darme cuenta y, mucho menos aceptar, que todo el esfuerzo invertido, las noches a oscuras pero llenas de lucecitas de color rojo y la jodida creencia humana de que existe un mundo justo, no están en realidad, no hay tales cosas. Es cobardía pura y dura, y siempre me acompaña.
Ahora sé que debería dejarte entrar a tí, darte la oportunidad de darte cuenta de que no soy tan especial como crees, no soy nada especial. Sólo tengo que decírmelo a mi, montar la escenita y ver a donde llega toda esta ilusión.
Dí tu palabra y rómpete.