Hay hechos qué, tarde o temprano, acabas comprendiendo que no merecen la pena. No merecen llantos, pérdidas de sueño o simplemente, no merecen nada. Siempre es mejor temprano que tarde, obviamente, ya que no me considero de esas personas a las que les es indiferente este tiempo que no vuela, más bien corre, y me doy cuenta con 21. Y aunque nos cueste aceptarlo y darnos cuenta debido al esfuerzo que hemos invertido antes, YO no me considero tan común como para sentarme a esperar en el mismo banco que se sienta todo el mundo. Supongo que mi esfuerzo algún día será recompensado, y si no es así, jamás se me podrá echar en cara no haberlo dado todo una y otra vez. Y es que YO no pienso ser tu aeropuerto eternamente. Y ahora YO voy a ser YO.
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