Tiene 21 años,solo, y ya se siente cansada. No entiende por qué, pero sabe adivinar cuando necesita un cambio, uno grande. Es consciente de que todo eso solo depende de ella, que sus decisiones son las que producen los cambios, y sus cambios las piedrecitas que construyen su camino, un camino del que no conoce final, pero le gusta sentarse al teclado con su enorme café y hablar contigo, soñarte en su camino. A veces eres quien le abre un poco los ojos, muy poco, por quien se va dando cuenta de que no todo sale siempre como se desea. Le gusta dormir en el lado de la cama junto a la pared, sabe que ahí no puede escapar, y empieza a notar que no es lo mismo un dia sin hablar contigo. Se asusta, tiene 21 y unos cuantos kilómetros hasta ti. Nunca pensó que echaría de menos a quién no ha visto y le encanta levantarse pendiente de todos los medios que la unen a ti. Sabe que te gusta hablar con ella y cuando lo piensa se pierde en ríos metafísicos, sueña, se ilusiona. No la hagas caso de las cosas que dice, es horrorosamente pesimista y, a veces, no es ella quien te habla. No es que no quiera decirte cuanto te adora, que va, te lo diría a todas horas, bajito, al oído, pero tiene miedo. Está sintiendo algo y eso de dejarse llevar suena demasiado bonito.
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